El Metro de Quito cumplió dos años de funcionamiento continuo, mientras su posible ampliación permanece detenida en el Servicio Nacional de Contratación Pública (Sercop). Aunque el presidente de la República, Daniel Noboa, prometió nuevamente apoyar la extensión del sistema, condicionó el avance a que “el Alcalde haga su parte”, sin aclarar qué significa esto.
Más allá del escenario político, los datos operativos muestran que el sistema se ha consolidado como un medio de transporte masivo: 116 millones de viajes acumulados en dos años y 57,7 millones solo entre diciembre de 2024 y noviembre de 2025, un aumento del 8 % respecto al primer año.
Para 2025, el Municipio contempló $83,87 millones para cubrir la operación del metro. Una parte tendrán que salir del presupuesto municipal y otra de modelos tarifarios y no tarifarios. Entre enero y noviembre de 2025, la empresa registró $47,18 millones en tarifas, $480 mil en publicidad.
Más usuarios, menos contaminación
En sus 731 días de servicio continuo, el metro ha impactado en la movilidad diaria. Según la empresa, el sistema ha evitado la emisión de 129 mil toneladas de CO₂, lo que equivale a retirar 20.000 vehículos de circulación o conservar 5,9 millones de árboles.
El metro también ha reducido los tiempos de viaje de los quiteños. La empresa calcula que los usuarios ganan hasta dos horas diarias, lo que para la ciudad representaría $185 millones en beneficios económicos.
Pero, ¿qué significan realmente esas cifras? Los reportes incluyen indicadores que requieren contexto.
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¿Qué es el costo social y cómo se calcula?
El costo social es una estimación económica del impacto que tendría la contaminación si el metro no existiera.
Matías Paredes, técnico del metro, explicó que las metodologías internacionales, utilizadas también por gobiernos de Estados Unidos y Europa, parten de una pregunta: “¿Qué habría pasado si la ciudad siguiera movilizándose sin metro?” A partir de ese escenario hipotético, se calcula:
- Cuánta contaminación adicional se habría generado.
- Cuánto costaría en salud pública.
- Cuánta productividad laboral se perdería por enfermedades respiratorias.
- Qué daños ambientales y económicos indirectos se producirían.
Dado que Latinoamérica no tiene estándares propios de “costo social del carbono”, se usa la referencia de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos. Bajo esa metodología, cada tonelada de CO₂ evitada equivale a un ahorro de $190.
Con la reducción de 129.000 toneladas atribuida al metro, el cálculo arroja una valoración económica del impacto ambiental evitado, que forma parte de los beneficios reportados.
El valor del tiempo ahorrado: el indicador más visible
El segundo concepto técnico del informe es el valor económico del tiempo ahorrado.
Este indicador es más simple: compara cuánto tardaban los ciudadanos en trasladarse antes y cuánto tardan con el metro.
A ese tiempo recuperado se le asigna un valor económico basado en el salario mínimo: 1,96 dólares por hora.
La cifra surge de dividir el salario mensual por la cantidad de horas productivas del mes.
El cálculo combina:
- El tiempo ahorrado por cada viaje.
- El número total de validaciones.
- El valor monetario de esa hora.
Con esos parámetros, la empresa llega al monto que presenta como “beneficio económico del tiempo recuperado” por los usuarios.
Usuarios diarios y uso laboral
El metro también reveló que el 61% de los usuarios lo utiliza para ir al trabajo, y el 53% lo usa todos los días, datos que confirman que el sistema se integró a la rutina cotidiana de la ciudad.
La flota recorre 6.740 kilómetros diarios, lo que suma más de 4,9 millones de kilómetros desde su inauguración. (EC)
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